lunes, 7 de septiembre de 2009

A vaso lleno


Elevo alto mi copa
y brindo por tu nombre, tu ser.
Brindo también a copa llena
por tu pasado, que siempre será mío.

Bebo todo en un fuerte sorbo
hasta ver vacío el vaso
mientras me queman las tripas,
mientras busco lograr tu olvido.

El alcohol no calma mis penas,
no se borra el sentimiento ni el dolor,
pero me mata de a pocos.
Pasaporte al infierno.

Libo por las tradiciones muertas,
por la vela en el santo y la flor en la mesa
por la música de tus palabras y tu aroma en la almohada,
por todo lo que fue y deja de ser.

¡Salud! por las tradiciones hirientemente vivas,
el eco inmortal de tus palabras y tu sonrisa,
plegarias tuyas que mi garganta repite, evoca,
porque despierto siempre clamando tu nombre.

Brindo por la narcolepsia que dejo tu boca,
por mi piel ardiéndole caricias en carne viva,
por tu ser desnudo echo paloma, echo ternura,
porque desde la agonía, puedo gritar mi inocencia.

¡Salud Carajo!, siempre ¡Salud!
hasta quedar muerto, echo escoria
hasta que Dios se apiade
o hasta que el diablo se de por vengado.