jueves, 16 de julio de 2009

Silvia


Carta a tu corazón, Silvia
deja le pregunte que fue de ti
le diré que fue de mí…
de mis alegrías y mis aciertos.

Misiva escrita con tinta roja
como la sangre de mis venas
como lo rojo de tus labios
y lo descarnado de esta poesía.

Epístola sin fecha y sin origen
la tenía escondida
en alguna artería del corazón
una de esas que laten más con tu recuerdo.

¿Recuerdas tu poesía, Silvia?
esa que te escribí en la vieja banca.
Y de los amigos, las bromas, los cuadernos
sobre todo ese aquel donde escribí los versos.

Tú me miraste triste, Silvia
y nuestros caminos se alejaron…
nunca más serenatas
con versos arrimados al viento,
nunca más las estrellas
brillaron solo para nosotros.

Hoy te viste linda, Silvia
tan simple como tu sonrisa
tan tierna como tu mirada
tan estoica como tu vida.
Sólo espérame allá…
Te seguiré llevando mis poemas.

Lucila



Cómo quisiera ser el niño aquel
que con rosa en mano
caminó hasta el portal de tu casa
y con voz perdida en la garganta
pidió cita para poder verte.

Cuánto quiero regresar en el tiempo
y vivir otra vez mis errores
para levantarme más prontamente,
para no dejar ir el tiempo,
para salir tras de ti y gritar: "Te amo".

He vuelto a la tierra
de la que un día partimos
al senderito mágico
testigo mudo de nuestra púber novela
hermano fiel, de nuestra secreta cita
y la dolorosa despedida...

Ya tus pasos no son del camino aquél
por donde juntos muchas veces transitamos...
No sabes tú cuánto pesa tu nombre en mi historia
no sabes, no sabes, no sabes...
No. Ya no sabrás nunca del menudo poema
que una mañana de diciembre, me regalaste.

Miro atrás desde la ventana de mis recuerdos
y un susurro indiscreto me incita anunciar tu nombre.
Oteo con ternura y pureza de padre
y una lágrima esquiva delata
el amor que en el alma me sembraste.

Espectros


(Para un amor que quiso ser pero dejo de serlo,
porque no quiso seguir siéndolo
para seguir siéndolo muy dentro del alma)

Hoy pienso en ti,
en el habitad de tu alcoba,
de las noches eternas,
de tu silencio casi fúnebre…

Las mañanas son frías hoy a mí
…y solo habita en mi memoria
las palabras mustias de tu despedida.
…y aquél beso húmedo
que tu boca a mi boca dio.

Hoy evoque tu presencia
creí sentir tu aroma,
el sabor de tu piel, oír tus palabras.
Son los fantasmas que dejaste,
espectros que asaltan el lado de tu cama
en noche de luna como ésta…
¿Qué más da?...
opté ya por quedarme con ellos,
habitan siempre allí
esperando ser exorcizados.

Hoy vencí la soledad
y en mi demencial razonar
siento tu boca,
se materializaron los recuerdos.
Ya lo dije antes
son fantasmas que dejaste.
Aprendí a vivir con ellos,
única manera de poder amarte…